Como viene siendo habitual en mí, en éste artículo, no voy a juzgar la temporada artística perfectamente valorada por compañeros de opinión en esta página que a buen seguro ustedes habrán seguido…… y si me permiten, veremos otros aspectos de menos interés a la vista del público en general que son centro de comentario para aficionados persistentes, exigentes y justos como el presente lector.
Repetimos tema si hablamos de la perdura de tiempo en los festejos porteños. Lo cierto es que estos largos espectáculos, en la mayoría de los casos tediosos, siguen siendo protagonistas indeseados. Los areneros parecen llevar a cabo una huelga a la japonesa, así como las mulillas. Entrada de picadores al ruedo que bien se podrían aliviar a su salida con una puerta frente a chiqueros de forma que el recorrido hasta el patio de caballos se llevase a cabo a través del callejón. Estos excesos se contrarrestan con la escasez de vueltas al ruedo de los diestros, a excepción de que hayan cortado algún apéndice o que el actuante sea un joven aspirante con el lógico deseo de una mayor notoriedad. Récord en la presente temporada es la primera de las corridas de toros celebrada que cronometró tres horas y diez minutos.
La Banda del Maestro Dueñas sigue dando que hablar, al menos para mí, cuando no acompaña vueltas al ruedo o salidas a hombros de algunos diestros. No lo entiendo. Además del mal gesto que tuvo con la Asamblea Taurina de no querer acompañarla en su manifestación. Era gratis claro.
Gran acierto de la empresa en los precios propuestos para los jóvenes con significativa presencia junto a la meseta de toriles. Una iniciativa que a buen seguro irá sumando adeptos de forma que da gloria verlos en el tendido, donde se manifiestan mejor que en la grada.
La parte femenina de la presidencia se ha decantado descaradamente en defensa de la empresa en lugar de amparar los intereses del público y aficionados que es quien pasando por taquilla mantiene un espectáculo que se supone integro. Y no me refiero a la concesión de trofeos de escaso mérito que degrada la categoría de ésta plaza, hago referencia al párrafo por el que para la tarde de rejones aprueba bajo su responsabilidad cuatro toros, finalmente se lidian tres, con informe contrario del equipo veterinario bajo la incomprensible justificación que decía: “con el objeto de garantizar la celebración del espectáculo y salvaguardar los derechos de los aficionados”. Es decir, todo lo contrario de lo que supone debería de hacer,
defender el interés del público con un espectáculo integro y no aprobar uno a priori con limitaciones. Aquellos toros no hicieron la tarde del festejo más que refrendar el motivo por el que fueron rechazados por parte de los veterinarios, y es que además de mal presentados, carecieron de la más mínima condición que se le supone a un toro de lidia, es decir, acudir ante cualquier tipo de estímulo visual y en movimiento que se le muestre, un defecto del que igualmente dieron muestras el día previo en labores de reconocimiento y enchiqueramiento. Así no se defiende la fiesta, así se degrada y se engaña al espectador pagano.
Dos últimos asuntos para concluir mi parrafada. Por una parte decir que el éxito del Juli quedaría en parte ensombrecida, al menos aquella noche, por la espantá de Morante, algo que me recordó lo acaecido en las Ventas en mayo del 67, cuando mi paisano Rafael Ortega llevaba a cabo una de las mejores faenas vividas en aquel ruedo mientras la efemérides pasaba a la historia por negarse Curro Romero a dar muerte a su quinto toro, y tras pasar la noche en la Dirección de Seguridad salir a hombros al día siguiente de aquella misma plaza.
Y mi cierre para agradecer a la Asamblea Taurina la encomiable labor en pro de la fiesta llevada a cabo todos los días de festejos, una felicitación extensiva a todas las entidades taurinas locales y provinciales que a buen seguro mantendrán vivo un largo invierno taurino que tendrá como protagonista un nuevo pliego…..y que sea lo que nuestros políticos quieran.
Sergio Pérez Aragón
No hay comentarios:
Publicar un comentario