lunes, 12 de septiembre de 2016

David Galván Oreja en DAX

El tercer montalvo apretó en banderillas y presentó dificultades en los primeros compases de la faena de David Galván. El gaditano, con mucha verdad, pisó terrenos comprometidos dentro de una labor del agrado del público. Faena meritoria finalizada con un ramillete de bernadinas cambiándole el viaje al toro. Incomprensiblemente fue silenciado. Un largo puyazo le recetó Juan José Esquivel al sexto, un animal tardo y soso frente al que David Galván consiguió hilvanar una faena bien ejecutada en apenas un palmo de terreno. Los muletazos a pies juntos tuvieron sabor y gusto antes de un broche con ayudados por alto muy personales. Labor larga premiada con una oreja.

El primero de la tarde blandeó en exceso y fue devuelto. Salió un sobrero también de Montalvo que adoleció de lo mismo. Juli lo cuidó mucho pero no hubo forma. Los intentos del madrileño con un inválido quedaron en nada y pinchó en tres ocasiones antes de amarrar la estocada. Su segundo fue un señor toro, serio y con cuajo. Había que tirar de él, y eso hizo el madrileño en una faena seria, maciza, de notable oficio y técnica pero que no encontró eco en los tendidos. Malogró todo lo anterior por el mal uso de los aceros, siendo silenciado.

Una oreja le cortó José María Manzanares al segundo, un toro que se mostró bravito en el primer encuentro con el caballo y más vuolento en el segundo. Pronto cantó la gallina el de Montalvo y el alicantino tiró de oficio para cuajar una faena sobre ambas manos. Con el toro resguardado en tablas, Manzanares instrumentó tres series en redondo a favor de querencia muy buenas y otra al natural de igual calidad. Unas dosantinas pusieron el broche antes de una extraordinaria estocada en la suerte de recibir.
Gusto y sabor tuvieron las verónicas de recibo de Manzanares al quinto, rematadas de una bonita media. Estuvo el alicantino paciente frente a un toro de poca transmisión. Lo fue metiendo en el canasto, perdiendo pasos entre muletazo y muletazo y alternando derechazos y naturales. Labor bien resuelta, pulcra y templada que remató con unos circulares. De nuevo mató en la suerte de recibir aunque esta vez la espada quedó un punto caída. La faena fue premiada con una oreja.
Por Jean Louis Haurat
Fotos: ANDRÉ VIARD

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